martes, 14 de agosto de 2012

76

Ya no había nadie que pudiera hacer nada, sus lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos e inundaron sus mejillas. Había perdido posiblemente la oportunidad de su vida,  nunca volvería a llegar tan alto. Empezaron a pasar por su cabeza todas y cada una de las 8 horas díarias que había entrenado para llegar a conseguir una medalla. Todas las fiestas perdidas con sus amigos, las horas meditando ajustando sus horarios buscando las 25 horas a los días para que al final no sirviera para nada. Estaba fuera. Su sueño se había desvanecido. El viento y alguien con un poco más de suerte, que había entrenado 8 horas y media lo habían dejado fuera.

Cuando se dio cuenta decenas de fotógrafos tenían sus objetivos puestos en él, su entrenador había ido corriendo a junto suya pero más que nunca se sentía sólo, derrotado. En el suelo empezó a formarse un pequeño charco entre lágrimas de rabia y sudor frío. Sus ojos gritaban al mundo toda su rabia. Ya sólo quedaba pensar en pasar otros 4 años de sufrimientos para evitar los errores cometidos,  con más experiencia, con más talante y serenidad. 


1 comentario: